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«En el principio, fue el agua. La que hace fluir la vida. La que crea…»
Así reza el íncipit de In flumine est vita, dedicado al 70.º aniversario de Herno, que resume los elogios al elemento sublime en el que se inspira la firma, el agua. Ya sea en el río o en el lago, en la lluvia o en la niebla, en la nieve o en la humedad, es la musa que inspiró el artículo de alto rendimiento por excelencia con el que todo empezó y continúa: el impermeable.
A partir de aquel algodón de 1948, tratado con aceite de ricino procedente de aviones abandonados por la guerra, un joven Giuseppe Marenzi y su mujer Alessandra Diana intuyeron la posibilidad de hacer negocio. Y desde el principio, con la urgencia y el entusiasmo típicos de aquel período de gran ebullición que fue la Italia de la posguerra, surgió la vocación de Herno por la experimentación y la innovación.
La convivencia con el agua del lago y del río tomó forma y se hizo funcional primero en chaquetas y luego en abrigos de alto rendimiento, magistralmente diseñados, confeccionados por una mano de obra superior como solo puede encontrarse en Italia, y también útiles, para protegerse del frío y resguardarse de la lluvia, el viento del norte y la humedad de la región lacustre. Eso es el agua para Herno: conexión, amor, pasión, desafío, ingenio. Y éxito.
Tras los impermeables, a mediados de la década de 1950, llegaron las prendas femeninas, los abrigos reversibles de cachemira tejidos a mano. En 1968, Herno ya estaba presente en el extranjero, en el este, en Japón, con tiendas en Osaka y después en Tokio. Posteriormente, se abrió camino en Estados Unidos a principios de la década de 1980.
El arte de la producción de Herno llegó a ser tan reconocido y apreciado que, en los años 90, las marcas emergentes de aquellos años —que más tarde se hicieron famosas— confiaron su producción a la empresa.
Y fueron las más reputadas entre las marcas francesas e italianas. En Herno, siempre ha primado la calidad y la inversión en los medios de producción, siendo el signo distintivo de una empresa que en los años 2000 volvió a abrazar el cambio en los procesos de producción con un saber hacer sencillamente único y totalmente Made in Italy. Y desempolvó su firma, la que lleva el nombre del río que fluye bajo la empresa.
Claudio Marenzi, nacido en 1962, es presidente y consejero delegado de Herno SpA. Hace unos años, celebró el 70.º aniversario de la empresa familiar, a la que proyectó hacia una dimensión internacional ya en 2005, cuando decidió volver a centrarse en la firma Herno.
«No fue nada fácil mejorar todo esto. En 1948, mi padre convirtió el clima lluvioso del lago y la humedad del agua que nos rodeaba en una oportunidad».
Su trabajo siempre estuvo arraigado en la región. Se caracterizaba por su mantenimiento del control creativo y productivo, y su persecución de la funcionalidad por encima de la estética. Hoy en día, Herno —después de haber sido «guardada en un cajón» en los años 90— es una firma conocida en la industria del lujo y está en constante crecimiento, con una cuota de exportación del 70 % de la facturación total.
«Cuando decidí ir por libre y centrarme en Herno, tras dejar de producir para las marcas francesas más famosas, fue un período de éxito en su mayor parte, por supuesto con altibajos, complicadas tramas familiares, miedos y adrenalina».
CLAUDIO MARENZI
Claudio Marenzi, que siempre estuvo convencido de la necesidad de establecer un sistema y proteger el valor de la cadena de suministro italiana, ejerció como presidente de Sistema Moda Italiana de 2013 a 2018 y como presidente de PITTI Immagine de 2017 a 2023. Asimismo, en marzo de 2017, fue nombrado presidente de Confindustria Moda, una confederación creada ese mismo año y muy anhelada por Marenzi con el objetivo de fortalecer, promover y proteger la excelencia del sector italiano de la moda, el textil y los accesorios en los mercados mundiales. En 2016, fue condecorado con la distinción Cavaliere del Lavoro por el presidente de la República, Sergio Mattarella, y, en 2018, recibió el premio Leonardo a la calidad italiana.
«Nunca me dije en la empresa: «esta es mi vida, esto es todo lo que quiero hacer…» Pero luego me dejé llevar por el agua del río».